sábado, 6 de febrero de 2016

El cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1987, específica como sociedad sostenible a aquella que satisface sus necesidades sin poner en peligro las capacidades de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”, y define al desarrollo sostenible“como un proceso de cambio en el cual el uso de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y los cambios institucionales, en su conjunto, deben mejorar la capacidad de satisfacer las necesidades humanas tanto de hoy como en el futuro”. El desarrollo sustentable constituye por lo tanto la integración responsable y eficiente de las políticas de gestión ambiental con los progresos de la ciencia y la tecnología,  evitando en todo momento, generar dificultades a las generaciones futuras. No obstante, la falta de un compromiso mundial real con un desarrollo sustentable,  nos ha llevado al borde del precipicio: un cambio climático con una inercia muy difícil de vencer y que requerirá, cada vez más, de los desarrollos de las nuevas tecnologías capaces de transformar la naturaleza. Dice JeremyRifkin, en su libro El siglo de la biotecnología, “le corresponderá a la biotecnología la difícil tarea de rehacer la naturaleza para restaurar las pautas perdidas y hacer posible la vida en la tierra”.  El cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida y  orientada a  la utilización racional intensiva de las nuevas tecnologías: 



martes, 8 de diciembre de 2015

La cumbre ambiental y la nueva economía.

En París están reunidos dirigentes de todo el mundo para intentar un acuerdo global contra el cambio climático. La meta es evitar un calentamiento promedio de la tierra por encima de 2 grados comparado con la época preindustrial (en el 2015 ya está superando un grado). Esto implica, como mínimo, mejorar la eficiencia energética y reemplazar en los próximos 35 años el 100% de los combustibles fósiles por energías renovables. Todo un giro en la economía global con una inversión necesaria estimada en 450.000 millones de dólares. El compromiso también implica un dificultoso monitoreo y verificación de las metas propuestas por cada país, muchas veces incumplidas o con informes alejados de la realidad (ver el artículo "¿Si lo hacemos nosotros?“). El reemplazo de los combustibles fósiles y la mejora de la eficiencia energética requieren el desarrollo de tecnologías capaces de trasformar la naturaleza para poder brindar las soluciones adecuadas en tiempo y forma. Es así como  podemos observar un crecimiento sostenido de la biotecnología y la nanotecnología con un rol protagónico indiscutible e insustituible para dar respuestas a la problemática  del siglo. La nueva economía o “economía de la tecnología” centrada en las crecientes innovaciones tecnológicas y su productividad irá reemplazando gradualmente a la “economía del mercado y de la globalización”  en crisis creciente y sin rumbo ético definido. 

miércoles, 28 de enero de 2015

En el 2015: bioeconomía y nanoeconomía.

La bioeconomía y la nanoeconomía ¿tienen algo en común?
Recordemos sus fundamentos. La bioeconomía es la respuesta de la biotecnología a las problemáticas detectadas por la economía física tales como: el aumento de la población mundial de 2500 a 7000 mil millones de habitantes entre el año 1950 y el 2013, aproximación a la “carga máxima de la tierra” (10.000 millones de habitantes), fuerte incremento en la demanda de energía y alimentos, aumento de la contaminación en general producto de la mayor cantidad de habitantes y de la actividad del hombre, peligrosa acumulación de gases que conducen al calentamiento global; agotamiento de la energía fósil-extractiva, antes abundante-barata y declive constante de la diversidad biológica ante la apropiación de más espacios físicos por el hombre. En tal sentido, hoy podemos definir a la bioeconomía real como una economía basada en la biotecnología capaz de generar en tiempo y forma los recursos naturales renovables, con su acervo de 65 millones de genes y la ingeniería genética, para dar respuestas a necesidades socioeconómicas tales como la demanda de energía, alimentos, disminución de los gastos en salud y cuidado del medio ambiente, generando a su vez trabajo e ingresos en forma sustentable.
La nanoeconomía surge para llenar en vacío luego de la sucesión  macroeconomía – microeconomía. El faltante es una nanoeconomía,  una economía centrada en el individuo y en su acontecer económico. Una economía construida a partir de las necesidades y el quehacer diario de los 7000 millones de personas habitantes el mundo en vez del resultado del accionar de regiones, países, empresas globalizadas o intereses sectoriales. Decíamos en el artículo Nanoeconomía & Nanotecnologia (Biotecnología & Nanotecnologia al Instante, 20 de diciembre del 2014): “La nanotecnología y la nanoeconomía (y agregamos ahora a la biotecnología y a la bioeconomía) convergen en construir desde la esencia de la vida misma con la convicción que desde lo pequeño se puede avanzar para comprender el todo, pero desde el todo tal vez sea dificultoso o casi imposible comprender y penetrar en el mundo de lo pequeño. Tal como lo hace la bioeconomia, capaz de subordinar la economía macro y micro a las leyes de la naturaleza;  la nanoeconomía subordina la construcción del mundo económico  a las necesidades de cada uno de individuos de planeta. Una construcción difícil, más aún cuando nunca se intentó “visualizar a todos” desde la economía de pensamiento único, pero posible y no más dificultosa que las construcciones nanotecnológicas hoy factibles y en continuo desarrollo”.
Pensemos un 2015 en el cual el avance tecnológico en lo productivo genera el contexto necesario para encontrar el rumbo alternativo que el mundo reclama.
Un 2015 para comenzar a mirar desde lo pequeño.

domingo, 6 de abril de 2014

La tensa relación de la humanidad con el planeta.

La relación de la humanidad con el planeta está cercana a su límite de ruptura. Esto se debe al exceso de población en la tierra, a la instintiva ansia o deseo exagerado de consumir, poseer o dominar de los seres humanos y a modelos ya poco adecuados para construir la civilización. 
El avance de la ciencia mejoró en forma exponencial el conocimiento del mundo y la tecnología ha mejorado cualitativamente y cuantitativamente la vida humana. La ciencia y la tecnología indirectamente son los responsables del gran incremento de la población en la tierra. Nada más ni nada menos que 4500 millones de habitantes en sólo 63 años (en 1950 había 2500 millones de habitantes en la tierra) con toda una problemática asociada: la necesidad de generar más energía, producir más alimentos, revertir la contaminación producto de la actividad creciente de la mayor población y de disminuir los exorbitantes gastos en salud. El mayor consumo generalizado resulta un campo fértil adecuado para quienes quieren incrementan su poder y dominio incentivando la debilidad natural los individuos de consumir y poseer. De ambas circunstancias surge con mediana claridad la obsolescencia de los viejos modelos sobre los que se construyó la civilización humana, cada vez más decadentes y desplazados por una nueva autoorganización azarosa producto de los avances de la ciencia-tecnología, el vertiginoso aumento de la cantidad de habitantes y la voracidad humana. Nuestro planeta está a la deriva. No existe un nuevo modelo de organización pensado para todos, sólo planes para concentrar y aumentar el poder en unos pocos grupos poseedores mayoritarios de los recursos económicos. Revertir la situación implica utilizar los desarrollos científicos-tecnológicos para generar los recursos necesarios, en tiempo y forma, tratando de remediar la parte de la culpa que les compete. Implica un nuevo modelo de civilización amigable con la naturaleza capaz de no utilizar más combustibles fósiles descentralizando la producción de la energía, factor clave en la concentración del poder actual. Implica descentralizar la producción de alimentos, produciéndolos en todas partes, no sólo en las caras tierras aptas para cultivo. Implica utilizar biofábricas ecológicas (transgénicas o no) para producir utilizando radiación solar, consumiendo dióxido de carbono en procesos sin humo y catalizados por enzimas. Implica secuenciar el genoma de cada ser humano para tener un diagnóstico precoz y evitar el gasto en el sistema de salud inherente a enfermos crónicos y enfermedades terminales. Implica, implementar con cierta prisa, el Plan B. B de Bioeconomía, B de Biotecnología y B de Biofábrica ecológica.